miércoles, 2 de febrero de 2011

Nos gustan las sorpresas más que las promesas


En vistas de la cercanía de la fecha de un tal Valentín que se ha ganado la fama de santo patrono del enamorado o enamorada y que por las latitudes norteñas provoca tanta desazón a aquel pobre tiling@ que no tiene a nadie para invitar, sugiero, con gentileza, generosidad y obviamente tilinguería, un vademécum sorpresario para encantar a la tilinga que lo moviliza.
En cuanto al regalo valentiniano, yo recomendaría no esperar fechas impuestas, ser un poco más atolondrado en el amor, que es un espacio óptimo para dejarse llevar tropezarse y realizar acciones desmedidas, en ese orden regalemos un día cualquiera para lograr un efecto con alta devolución. Eso si cuide que no sea el día anterior o posterior a alguna importante celebración de esas que siempre olvidamos porque si no será acusado de colgado, poco observador y será puesto en ridículo de aquí a la eternidad.
El precio del regalo es todo un tema porque el consumismo nos atraviesa y la violencia mediática psicopatea permanentemente, pero, señora, señor, por favor, hoy tenemos un país más en serio, es mentira que el champagne cueste 5 mangos, porque hay toda una cadena de producción detrás del producto que merece un salario razonable, entonces sabe qué? Gástese unos tejos, no sea amarrete y el mejor regalo seguramente será el que elegimos poniéndole onda y el que podemos pagar.
A la tilinga que se precie de tal, la sorpresa es algo que le agrada mucho, conceptualmente es el mejor de los regalos, la sorpresa, lo inesperado, aparece y ya, mientras que las promesas nos obligan a esperar y carecemos de paciencia, sobre todo la cofradía “soy sola”, así que sorpréndannos, roben besos, que es económico y sumamente placentero, escriba una carta de amor, no es necesario ser Jorge Luis, dígannos en el chat que sueñan con lo que nunca sucederá, no queremos promesas, no califican, son un halago de formato menor y en todo caso si la promesa se escapa durante el fragor de la lucha amatoria… estamos todas y todos perdonados, nosotras por creerlas y ustedes por hacerlas.

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